TITERES TRAS LAS HUELLAS DE LA HISTORIA PARTE V
FARSAS ATELLANAS: MACCUS Y BUCCO
En la Campania los oscos tenian la costumbre de representar una especie de farsa con personajes fijos, farsas inspiradas en los mimos griegos, a las que los romanos llamaron fábula atellana porque fue llevada a Italia por actores de Atella, o acaso porque se representaba en esa ciudad en ocasión de fiestas religiosas, suposición más probable pero que no excluye la otra. La atellana se representaba en Roma pero recitada en osco, y así fue hasta la época de Augusto. Pero a la juventud de Roma le agradaban las farsas atellanas, y por eso empezaron a improvisarlas en latín. No se sabe cuándo empezaron precisamente esas representaciones improvisadas, pero fue antes de la epoca de Livio Andrónico. Los actores aficionados que representaban atellanas no eran acusados de infamía como los histriones. La atellana se representaba como exórdium antes de una tragedia, según el ejemplo de los dramas satiricos griegos que seguia la trilogía tragica. Eran por eso de breve extensión y rápido desarrollo. La recitaban actores profesionales, que eran portadores de mascaras, como los aficionados, pero que no conservaban su privilegio. Cada atellana debía tener pocos personajes, conforme a su brevedad, pero eran cuatro los tipos característicos del genero literario: Maccus, Pappus, Bucco, Dossennus. No era preciso que comparecieran los cuatro en la farsa, pero sí alguno de ellos, para ser reconocida como tal atellana.
Los tres primeros son tipos de estúpido. Maccus el glotón y Bucco son jóvenes. Pappus es el viejo senil. Dossennus e el clásico sabio. La marioneta hierática toma su forma natural en la estatuaria religiosa, tal como la conocemos. En cuanto al teatro de marionetas populares, puede establecerse un paralelismo con el teatro humano. De las sátiras de Aristófanes a las representaciones de Photino no podía haber gran diferencia de forma. El mas famoso personaje de las atellanas era indiscutiblemente Maccus y Maccus ofrece todas las características de Pulchinella (polichinela). Es interesante compararlo también con los otros personajes asiáticos de la misma epoca, y veremos en qué gran cantidad de puntos se asemejan unos y otros. Es una ilustración del fenómeno común que hace crear a los hombres, como respuesta a necesidades idénticas, objetos parecidos en las latitudes más diversas. Maccus aparece a mis ojos como el abuelo del Polichinela europeo actual. Y si hablamos de las farsas atellanas es para poder hacerlo de Maccus en su ambiente original. Maccus puede ser el origen de los muñecos actuales; por lo menos en su figura se han basado la mayor parte de ellos, ya que es el primero que se conoce con dos gibas. La palabra Maccus deriva del osco y significa bufón, mentecato, atolondrado, estúpido. Con su nombre se define ya su personalidad. Vestía túnica y calzaba borceguí. Su nariz tenía esa forma de pico de pollo que aún conservan----con las gibas---los polichinelas.
Apuleyo y Justo Lipsio dicen que este tipo característico surgió del papel de unas de las obras representadas en Atella. En esas farsas atellanas ya hemos visto que Maccus era un personaje de carne y hueso, un actor, que en su boca llevaba ciertas bolitas de plata, resonantes, para modular la voz. Acaso de ahí provenga la costumbre conservada en Cataluña, España y en otros lugares, hoy en día de utilizar una especie de caña-pito que desfigura la voz, la amplia y le da un sonido característico al muñeco.
Los actores de Esquilo y Sófocles tenían más de muñeco que de persona. Montaban sobre unos calzados, los coturnos, que aumentaban su figura en treinta y cuarenta centímetros; para desfigurar su cuerpo se tapaban con clámides holgadas, aunque a veces muy cortas-----muy por encima de la rodilla----,con las que podían ocultar los almohadones con los que se fabricaban falsos hombros, o anchas espaldas, o jorobas, o vientres enormes; los brazos eran prolongados con antebrazos postizos de madera que finalizaban en unas descomunales manos, también de madera tallada, y lo poco que podía quedar del cuerpo descubierto----la cabeza----se ocultaba tras la mascara y la peluca. ¿Qué quedaba del actor en escena sino un muñeco animado por una persona dentro? Esos personajes acaso no serán muñecos articulados, pero si son muñecos vivientes muy semejante a algunos marotes actuales; son auténticos títeres de guante en los que no solo se utilizaba el brazo del artista, sino el cuerpo entero. Ni la voz tenían suya, pues como he dicho la desfiguraban con un pito en la boca, con lo que conseguían identificarse más con cada personaje----pues cada uno tenia su sonido especial---- y hacerse oír más fuerte, aunque no más claro, en las grandes aglomeraciones de público. Hasta en esto se asemejaron los actores a los muñecos.
Hubo un momento en que la ruina de las finanzas publicas tras un desastre guerrero obligó a los magistrados a permitir introducir en escena algunos maniquíes con los que se completaban los coros reducidos, sin que el público pudiera saber en ningún momento cuales eran, entre los personajes inmóviles, los muñecos y las personas. Individualmente, por sí mismos los muñecos actuaban también sobre la orquesta, o sobre el thymete, que eran sitios más cercanos al público en los grandes teatros al aire libre y, por consiguiente, los únicos donde se les podía ver bien. Estos sitios eran los mismos que utilizaban los mimos griegos.
El emperador Marco Aurelio no era partidario de ese espectáculo y lo colocaba en el último peldaño de la escala de sus apariciones, como algo frívolo: ...Gustar de la pompa del circo y de los juegos escénicos es tomar un sentido frívolo. Esas representaciones en las cuales se enseña al pueblo una larga serie de grandes y pequeños animales o combates de gladiadores, ¿tienen más interés que la vista de un oso que sé hecha a una jauría de perros? ¿o que el pedazo de pan que se tira en un vivero de peces? ¿Es que valen ellos más que el espectáculo de hormigas acarreando pequeñas cosas, o el mismo espectáculo de las marionetas?
En Roma, por el amor a la burlesca popularidad, las marionetas han adoptado probablemente el vestuario y las características creados por el genio bufo de las Atellanas. Así, pues, desde que la moda de esos tipos se extendió en Italia, las marionetas tuvieron que imitar exclusivamente las trazas y características de Casnar, de Bucco, de Maccus, creaciones imperecederas de la fantasía italiana, que viven todavía bajo otros nombres. Por su parte, los actores de Atellanas tomaron también muchas cosas de las viejas marionetas. Así se estableció en Roma una especie de cambio entre los personajes de las Atellanas y las marionetas, poco más o menos como se ha visto después hacer ente las mascaras de la Comedia Italiana y los actores de la troupe de Polichinela, de manera que aquí, cuando menos, no es posible saber si, en ciertos papeles, las marionetas han precedido a los actores, o si los actores han precedido las marionetas.
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